Las úlceras crónicas en las piernas afectan cada vez más a la población. Estas son bastante comunes entre las personas de la tercera edad, y cada vez aparecen más temprano. En EEUU, se estima una prevalencia del 1 a 2% entre los adultos y hasta del 3,6% entre los adultos mayores de 65 años. Por otro lado, afectan a cerca de 1 de cada 1.000 personas en Europa, siendo más frecuentes en personas mayores (20 de cada 1.000 personas resultan afectadas cuando llegan a la edad de 80 años).
¿Qué son las úlceras crónicas de las piernas?
Las úlceras son rupturas de la piel con deterioro del tejido subcutáneo profundo, que puede extenderse más allá del músculo y el hueso contiguo. Así, las úlceras crónicas de las piernas se definen como un defecto en la piel, por debajo de la rodilla, que persiste durante más de seis semanas y no muestra tendencia a curarse después de tres meses o más.
Las úlceras de la extremidad inferior producen molestias e incapacidad significativa, afectando negativamente la calidad de vida. Requieren curas diarias, y cuidados específicos, por esto, se recomienda iniciar un tratamiento adecuado ante la aparición de los primeros síntomas.
Etiología
Entre las causas de las úlceras crónicas en miembros inferiores destacan tres etiologías principales, responsables del 95% de los casos:

La enfermedad venosa
Siendo la más frecuente con un 70% de los casos.

La enfermedad arterial
Con 10% de los casos.

El 15% son de etiología mixta.
El 5% de los casos de úlceras crónicas en las piernas se deben a causas menos frecuentes, pero no menos importantes, entre ellas:
Neuropáticas: diabetes mellitus.
Vasculitis: artritis reumatoidea, LES, esclerodermia.
Hematológicas: anemia falciforme, talasemia, policitemia vera, estados hipercoagulables, leucemia.
Metabólicas.
Infecciosas: bacterianas, micosis profundas, virales, parasitarias.
Neoplásicas.
Traumáticas: posquirúrgicas, por presión, quemaduras.
Misceláneas.
Úlceras vasculares venosas
Estas representan el 70% de las ulceras crónicas de las piernas y el 85% de las ulceras vasculares. Las úlceras venosas son una de las complicaciones más graves de la enfermedad venosa o insuficiencia venosa crónica.
En condiciones normales la sangre retorna desde las extremidades inferiores, venciendo a la fuerza de gravedad, hasta llegar a la vena cava inferior. Esto lo hace gracias al funcionamiento adecuando del sistema venoso, donde las válvulas de los sistemas venosos superficial y profundo contienen la sangre y permiten su llegada al corazón.
Los pacientes con insuficiencia venosa crónica presentan un enlentecimiento o estasis de la sangre por una incompetencia valvular. En otras palabras, las válvulas venosas no funcionan correctamente, lo que provoca una acumulación de sangre en los vasos sanguíneos periféricos y un aumento de la presión.
La consecuencia es el escape de líquido de las venas más superficiales y cercanas a la piel, que produce edema, engrosamiento y daño en ella. La piel frágil y dañada es más propensa a romperse y formar una úlcera. Las úlceras aparecen en las zonas declives de las piernas en el 90% de los casos, específicamente en la cara lateral interna o externa, en la zona supramaleolar, y en la zona pretibial.
Clínicamente se caracterizan por presentar dolor de intensidad moderada que mejora o desaparece al elevar la extremidad afectada. La lesión es altamente exudativa, independientemente del tamaño o de la presencia de infección.
Evolución de las úlceras
venosas
La úlcera venosa está acompañada de distintas lesiones de piel, las cuales corresponden a los síntomas típicos de la insuficiencia venosa crónica.
Tipos de ulceras venosas
a) Úlceras varicosas: Son de forma redondeada con fondo hiperémico, son unilaterales y presentan eccema periulcerosas y prurito. Son propensas a infectarse e incluyen lesiones dérmicas debidas a la flebostasis, además de molestias en ortostatismo. Principalmente aparecen en la zona maleolar interna y su origen es la insuficiencia valvular de las venas.
b) Úlceras postrombóticas: Estas son múltiples y de formas extensas. Su fondo es rojizo, con bordes irregulares y molestias en posición ortostática. Presentan trastornos cutáneos como atrofia, celulitis indurada, hiperpigmentación y aparecen en la zona maleolar interna. Se asocian a antecedentes de tromboflebitis y edema crónico.
c) Úlceras estáticas: Al igual que las postrombóticas, son múltiples y de formas extensas. También presentan trastornos cutáneos como atrofia, hiperpigmentación y celulitis. Su fondo es rojizo con tejido de granulación. Son poco dolorosas y altamente exudativa. Aparecen en el área de Gaitier o zona polaina y su origen es el fallo en la bomba muscular venosa de la pantorrilla.
Úlceras vasculares arteriales
Son causantes del 10% de las ulceras crónicas en miembros inferiores, y del 10 a 25% de las úlceras vasculares. La úlcera arterial, también conocida como úlcera isquémica, se produce por un aporte sanguíneo deficiente en las extremidades secundaria a una arteriopatía crónica.
De forma más explícita, los pacientes que sufren de arteriopatía crónica sufren un estrechamiento y endurecimiento de las arterias que llevan la sangre a los miembros inferiores, generando una disminución del aporte sanguíneo a las zonas afectadas. En el 90% de los casos se debe específicamente a una arteriosclerosis ateromatosa o arteriosclerosis obstructiva crónica.
Estas úlceras se localizan en las piernas y pies. Aparecen sobre planos óseos específicamente en los dedos del pie, antepié, maléolos y talón; también pueden encontrarse cercanas a la rodilla, y con frecuencia son bilaterales. Clínicamente se caracteriza por dolor agudo, lacerante, de severa intensidad, que se exacerba en posición decúbito, con el movimiento, o incluso con los roces.
Son de pequeño tamaño, fondo costroso, con bordes bien delimitados que no sangran. Al eliminar la costra de los bordes de la lesión, se evidencia su profundidad real, pudiendo llegar a los tendones o hueso. Son propensas a infectarse por la isquemia presente en la zona donde se localizan, cronificando y extendiendo aún más la lesión.
Evolución clínica de las úlceras arteriales

Estadio II
Claudicación intermitente.
II a (manifestada al caminar una distancia superior a 150 metros)
II b (manifestada al caminar menos de 150 metros).

Estadio III
Dolor en reposo

Estadio IV
Lesiones tróficas
En los estadios III y IV representa la fase más avanzada de la arteriopatía periférica, conocida como isquemia crítica.
Tipos de úlceras arteriales
a) Úlcera hipertensiva: Inicia como un parche eritematoso en la piel que se torna cianótica dando lugar a una úlcera con fondo grisáceo, necrótico y de difícil cicatrización. Son de pequeño tamaño, con bordes irregulares e hiperémicos. Son poco frecuentes y pueden ser bilaterales. Se localizan en la cara anteroexterna del tercio inferior de la pierna. Es sumamente dolorosa, especialmente en posición de decúbito.
b) Úlcera arteriosclerótica: Tienen borde geográfico, con una placa necrótica seca, no sangrante, forma plana y tamaño variable. Son unilaterales y muy dolorosas. La extremidad afectada tiene la piel pálida, delgada, brillante, seca, sin vello y uñas engrosadas. Además, hay ausencia de pulsos en las extremidades inferiores.
c) Úlcera angeítica: Son planas y pequeño, con bordes irregulares y fondo atrófico. Se caracteriza por la ausencia de pulsos distales, con conservación de los poplíteos. Es sumamente dolorosa y muchas veces con carácter migratorio.
Tipos de úlceras arteriales
La úlcera neuropática tiene como causa determinante de inicio y evolución la alteración sensorial de la extremidad inferior. También se le conoce como “pie diabético” porque aparece con bastante frecuencia en los pacientes con diabetes mellitus.
El pie diabético es una alteración clínica de etiología neuropática, que se produce por un estado de hiperglucemia mantenida, en la que con o sin existencia de isquemia y previo desencadenante traumático, se produce una lesión y/o úlcera en el pie. Es la complicación más frecuente y temida de la diabetes.
Las úlceras neuropáticas frecuentemente aparecen en diferentes zonas del pie:
Zona plantar.
Epífisis distal de primer y quinto metatarsiano.
Cara lateral externa del primer dedo.
Superficies interdigitales.
Calcáneo.
La úlcera que se localiza en la zona plantar se caracteriza por ser de forma ovalada, profunda, con bordes callosos y base granulada. A diferencia de las que aparecen en los dedos que tienen bordes planos e irregulares, forma redondeada y muchas veces afectación ósea.
Suele ser indolora, excepto en casos en los que hay infección, pudiéndose presentar dolor de intensidad moderada. Estas úlceras, en estadios avanzados conllevan un importante riesgo de amputación.
Evolución clínica de las úlceras neuropáticas
Grado 0. Sin lesión, pie de riesgo.
Grado 1. Úlcera superficial: No infectada.
Grado 2. Úlcera profunda: afecta grasa, ligamentos y musculo, pero sin llegar al hueso. Infectada.
Grado 3. Úlcera profunda con absceso, con afectación ósea, osteomielitis. Profunda y extensa, con secreciones y mal olor.
Grado 4. Gangrena localizada o limitada. Necrosis de zonas del pie, dedos, talón o planta.
Grado 5. Gangrena extensa, generalizada a todo el pie, con efectos sistémicos.
Es primordial establecer un diagnóstico certero del tipo de úlcera que se presente, ya que, a pesar de que las curas y manejos locales pueden ser similares, siempre es fundamental tratar correctamente la causa o etiología de base. Las ulceras crónicas de las piernas deben ser diagnosticadas y tratadas a tiempo. Estas requieren atención medica multidisciplinaria y cuidados estrictos para evitar complicaciones y conseguir mejores resultados.
¿Qué papel cumple el oxígeno continuo transdérmico en úlceras de la pierna?
El oxígeno desempeña un papel fundamental y central en los mecanismos de reparación de las úlceras en las piernas, ya que la presión parcial del oxígeno baja en los tejidos, es la que suele provocar el fracaso de la cicatrización. Suministrar oxígeno a estas lesiones aceleran la cicatrización. NATROX suministra el oxígeno y lo administra a través del Sistema de Administración de Oxígeno (ODS) que está en contacto directo con la superficie de la herida, acelerando de esta manera la sanación de la herida.
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