Una herida -por más pequeña que sea- puede resultar una amenaza e incluso, terminar en una amputación si no se toman las medidas preventivas necesarias. Una amputación representa la pérdida de un miembro de nuestro cuerpo y en este artículo te explicamos los pilares de tratamiento para evitarlo o retrasarlo en lo posible.
El día a día representa un desafío para todos nosotros, desde que nos despertamos y nos servimos la primera taza de café hasta ir al trabajo y cumplir con un sinfín de tareas, pero el estar sanos nos confiere la libertad y la capacidad para realizar cada una de ellas. Cuando esto no es así, nuestra independencia corre peligro.
Desde un pequeño pinchazo en un dedo hasta un fuerte golpe en un miembro puede representar una amenaza para la integridad de nuestra salud, así mismo una pequeña herida -aunque parezca inofensiva- puede acabar en una amputación, sobre todo cuando hay enfermedades asociadas que no se han manejado adecuadamente.
Una amputación es la pérdida parcial o completa de una extremidad. Existen condiciones que directa o indirectamente conllevan a esta pérdida, siendo la Diabetes Mellitus la principal, una enfermedad que deteriora la capacidad de sentir dolor, disminuye el aporte de oxígeno y predispone a heridas de larga evolución.
Este proceso puede producir un impacto personal, familiar y económico a gran escala, sobre todo porque quienes lo padecen tienden a alejarse por temor, por no sentirse suficientes para llevar a cabo las actividades diarias y con frecuencia se vuelven dependientes.
El mundo actual como lo conocemos carece de políticas públicas que respalden a quienes viven con esta condición, así mismo existe una pobre infraestructura que permita su fácil desplazamiento y movilización, lo que contribuye negativamente en la percepción personal y deriva en ansiedad, soledad, dependencia y miedo.
¿Cómo prevenir?: Actuar a tiempo es decisivo
Cuando una herida crónica tiene lugar lo más importante es actuar de forma oportuna con los cuidados apropiados. En esta sección te describimos las pautas fundamentales en el manejo de una herida de larga evolución para evitar una amputación.
Tratar la infección asociada: Esto consiste en la toma de medicamentos específicos para los gérmenes que se encuentren en la herida.
Control de las enfermedades de base: Es importante que las enfermedades asociadas se traten cuanto antes ya que de esto depende el éxito del resto de los pasos.
Reponer el aporte de oxígeno al lecho de la herida: Con diferentes terapias o procedimientos que van a depender de las recomendaciones del profesional de la salud
Cuidados locales de la herida: Esto consiste en una buena técnica de limpieza cada cierto tiempo ya sea dos veces al día, diaria o interdiaria, en la aplicación de cremas o pomadas antisépticas y en el uso de apósitos para cubrir la herida de agentes externos.
Hay que enfatizar que el manejo de una herida dependerá de la experiencia del profesional de la salud, de la disposición del paciente y la de sus familiares, igualmente recomendamos cumplir rigurosamente las indicaciones una vez que el médico las haya establecido.
Si bien todo lo anterior es fundamental, debemos recordar la importancia de mantener la independencia del paciente en lo posible, siendo la familia un soporte de participación vital que puede contribuir de forma positiva a quien padece de esta condición, ayudando a mantener su salud mental y estimulando el interés por el desempeño en las actividades cotidianas y finalmente, por la vida.