La diabetes representa uno de los mayores problemas para los sistemas de salud a nivel mundial. En Colombia, según la Asociación Colombiana de Diabetes (ACD), entre un 7.4% y un 9.4% de la población adulta es diabética, por lo tanto, contamos con un estimado de 1.7 millones de personas con diabetes; de ellos, al menos un 50% tienen los pies en riesgo por causa de la neuropatía, vasculopatías o alteraciones biomecánicas.
Han existido diversas terapias para contrarrestar las amputaciones que pueden ser causadas al padecer esta enfermedad, muchas de ellas suelen ser dolorosas o con costos muy elevados para pacientes y entidades de salud.
Hoy existe una alternativa diferente, NATROX un dispositivo de oxígeno continuo transdérmico el cual brinda salud y esperanza a los pacientes, pero antes de conocer más sobre NATROX… ¿Qué es la Diabetes Mellitus y cuáles son sus complicaciones?
Diabetes Mellitus y sus complicaciones
La Diabetes Mellitus (DM) es un desorden metabólico caracterizado por hiperglicemia crónica que resulta de defectos en la secreción y/o en la acción de la insulina.
Dentro de sus principales complicaciones agudas se encuentra la hipoglicemia, cetoacidosis diabética y coma hiperglucémico hiperosmolar. Por su parte dentro de las crónicas destacan la microangiopatía, neuropatía, retinopatía y nefropatía diabética. El seguimiento y la educación continua del paciente son críticos para la prevención de las complicaciones agudas y reducir el riesgo de complicaciones a largo plazo producidas por la enfermedad.
¿Qué es el pie diabético?
El pie diabético se puede definir como una complicación crónica de la diabetes que consiste en lesiones en los tejidos profundos de las extremidades inferiores asociadas con trastornos neurológicos y enfermedad vascular periférica. Esto se debe a que la diabetes mal controlada puede lesionar los nervios de las extremidades a lo largo de los años (neuropatía diabética), así como también la circulación de los miembros inferiores se ve afectada (arteriopatía periférica).

Usualmente tanto la neuropatía diabética como la arteriopatía diabética están presentes y la persona pierde tanto la sensibilidad de la piel (impidiendo percibir pequeñas lesiones), como el riego sanguíneo, lo que dificulta su curación.
El pie diabético constituye una grave complicación de la DM con una prevalencia muy alta entre estos pacientes, provocando gran sufrimiento para quien lo padece, elevados costos económicos, una carga considerable para los familiares y gran probabilidad de amputación de la extremidad afectada.
Fisiopatología del pie diabético
Las úlceras que se presentan en el pie diabético con frecuencia son el resultado de diversos factores de riesgo presentes en un paciente con DM, donde la neuropatía diabética y la enfermedad arterial periférica juegan un papel fundamental.
La neuropatía conlleva a la pérdida de la sensibilidad protectora, limitación de la movilidad articular y en ocasiones deformidad, lo que genera una anormal distribución de la carga del pie. Esto trae como consecuencia que el paciente no sienta los traumatismos menores (cortaduras, lesiones mecánicas o térmicas), además de un alto estrés mecánico en determinadas zonas que genera callosidad (engrosamiento de la piel), y que a su vez condiciona a un mayor aumento de la carga del pie, con hemorragia subcutánea y eventualmente ulceración. De esta manera continuar caminando sobre el pie insensible afecta la cicatrización de la lesión.
La enfermedad arterial periférica causada por ateroesclerosis es un factor de riesgo en el deterioro de la cicatrización de la úlcera. Algunas de las lesiones pueden ser netamente isquémicas y dolorosas, sin embargo, la mayoría de las úlceras son neuroisquémicas.
Causas desencadenantes de las úlceras

Calzado
Uso de calzado inadecuado

Caminar
Caminar descalzo
Localizaciones frecuentes de las úlceras en pacientes diabéticos

Úlceras neuropáticas
Se presentan con frecuencia en la superficie plantar o en zonas de prominencias óseas.

Úlceras isquémicas y neuroisquémicas
Se desarrollan generalmente en los pulpejos de los dedos o los bordes laterales del pie.
Signos de infección
La presencia de infección en el miembro inferior de un paciente diabético representa un factor de riesgo que atenta seriamente contra la viabilidad de la extremidad en cuestión. Es necesario determinar la presencia de signos de Celso (rubor, calor, induración, dolor) o de secreción purulenta; sin embargo, en los pacientes diabéticos, estos hallazgos clínicos pueden estar disminuidos por la existencia de neuropatía o isquemia. Además, las manifestaciones sistémicas (dolor, fiebre, leucocitos, entre otros) pueden estar ausentes en caso de infección leve o moderada.
En las úlceras
clínicamente infectadas se debe obtener una muestra de tejido para cultivo,
tomando en cuenta que los patógenos involucrados y su susceptibilidad
antibiótica varían según las localizaciones geográficas; sin embargo, el Staphylococcus aureus es el agente
predominante en la mayoría de los casos. Las infecciones crónicas generalmente
son polimicrobianas.
Clasificación de las infecciones
Sistema IDSA (Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América) / IWGDF (Grupo de Trabajo Internacional Sobre el Pie Diabético):
✔ Leve: superficial con celulitis mínima.
✔ Moderada: profunda o de mayor extensión.
✔ Severa: acompañada de signos sistémicos de sepsis, así como la presencia o no de osteomielitis (diseminación contigua hacia el tejido óseo subyacente).
Principios del tratamiento de la úlcera
El manejo del paciente con pie diabético abarca una amplia variedad de factores enfocados en mejorar la calidad de vida de los pacientes y evitar el riesgo de amputación de la extremidad.
Para un correcto tratamiento de la lesión en primer paso debemos clasificarla. Una de las escalas recomendadas para la valoración del pie diabético es la escala de Wagner:
Dentro de las medidas a tomar en cuenta se encuentran:
Descarga de presión y protección de las úlceras causadas por estrés biomecánico:
✔ Plantilla: Una forma de alivio biomecánico es usar plantilla de fieltro en combinación con un calzado apropiado.
✔ En caso de úlceras no plantares utilizar dispositivo de descarga removible hasta el tobillo, modificar el calzado, uso de separadores de dedos u ortesis según tipo y localización de la úlcera.
Restauración de la perfusión tisular:
El objetivo de la
revascularización es restaurar el flujo
directo al menos de una de las arterias del pie, de elección la arteria que
irriga la región anatómica de la úlcera. La técnica seleccionada debe basarse
en la distribución morfológica de la enfermedad arterial periférica, la
disponibilidad de vena autóloga, las comorbilidades del paciente y la
experiencia del equipo. Se debe considerar la revascularización en pacientes
con:
✔ Presión en el tobillo <50 mmHg o un ITB <0,5 (índice tobillo-brazo). Considerar primero la obtención de estudios de imagen vascular.
✔ Presión del dedo del pie <30 mmHg o cuando la determinación del oxígeno transcutáneo (TcpO2) es <25 mmHg.
✔ Pérdida extensa de tejido o infección a pesar de niveles más altos de presión.
✔ Úlcera que no muestre signos de cicatrización en 6 semanas a pesar de recibir un manejo óptimo.
La
revascularización debe evitarse en pacientes cuyas condiciones clínicas tengan
una posibilidad de éxito escasa y los riesgos sean mayores que los
beneficios. No se ha demostrado el
beneficio de los tratamientos farmacológicos para mejorar la perfusión.
Tratamiento de la infección
Infección leve (úlcera superficial con infección limitada al tejido blando):
✔ Limpiar, desbridar todo el tejido necrótico y el callo de alrededor.
✔ Administrar antibioticoterapia empírica oral dirigida fundamentalmente a Staphylococcus aureus y estreptococos.
Infección moderada-severa (infección profunda o extensa potencialmente amenazante de la extremidad)
✔ Estudiar la necesidad de una intervención quirúrgica para eliminar tejido necrótico, hueso infectado, liberar la presión del compartimento o drenar los abscesos.
✔ Antibioticoterapia empírica por vía parenteral y de amplio espectro, dirigida a bacterias negativas y anaerobios. Ajustar de ser necesario en base a la evolución clínica y los resultados de cultivo.
Cuidado local de la úlcera:
✔ Evaluación periódica por parte del personal de salud, cuya frecuencia dependerá de la severidad de la lesión, presencia de infección, cantidad de exudado y comorbilidades.
✔ Desbridar la úlcera y el callo de alrededor las veces que sea necesario.
✔ Colocar apósitos para controlar el exudado y mantener un ambiente húmedo.
✔ No
sumergir los pies en soluciones o en agua, ya que esto puede generar la maceración de la piel.
✔ Oxigenoterapia Transdérmica Continua.
Control metabólico:
✔ Mejorar el control glicémico del paciente.
✔ Tratar las comorbilidades presentes.
Educación del paciente y los familiares
✔ Autocuidado de la úlcera.
✔ Reconocimiento de signos de infección.
✔ Prevención de lesiones en pie contralateral.
PREVENCIÓN
1. Identificar el pie de riesgo.
2. Inspección y exploración de forma periódica del pie de riesgo.
Educación del paciente y su familia sobre las medidas de cuidado.
Asegurar el uso rutinario de calzado apropiado.
Tratar los factores de riesgo de la ulceración.
El pie diabético es una grave complicación de la Diabetes Mellitus que afecta con mayor frecuencia a los pacientes diabéticos. Sigue siendo el principal motivo de amputación de las extremidades inferiores y su manejo multidisciplinario (endocrinos, traumatólogos, fisiatras), así como los cambios en el estilo de vida, resultan ser medidas necesarias para mejorar la calidad de vida de estos pacientes y evitar llegar a la amputación.
¿Por qué la oxigenoterapia tópica es ideal para úlceras del pie?
La oxigenoterapia tópica consiste en administrar oxígeno puro, este desempeña el papel central en los mecanismos de reparación de las lesiones, ya que la presión parcial del oxígeno baja en los tejidos, es la que suele provocar el fracaso de la cicatrización. Suministrar oxígeno a las lesiones crónicas puede acelerar la cicatrización que normalmente es muy lenta y se dilata en el tiempo. NATROX brinda bienestar a los pacientes con heridas crónicas ya que suministra el oxígeno y lo administra a través de un tubo flexible y delgado al Sistema de Administración de Oxígeno (ODS) que está en contacto directo con la superficie de la herida, acelerando de esta manera la sanación de la lesión.
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